martes, 17 de noviembre de 2009

Dias para recordar

por Bernardo Herrera

En días pasados, el futbol, deporte que regocija, entretiene, calumnia y define a millones de personas, se ha visto al espejo con sus ropajes de luto a causa de un par de sensibles pérdidas que han afectado a mas de alguno que se enteró de la noticia.
Y es que estamos hablando de los casos recientes de Robert Enke, futbolista alemán y de Antonio de Nigris, futbolista mexicano que por supuesto han conmocionado al mundo del deporte y que son, mas que trágicos infortunios, un claro indicador de la fragilidad de la vida humana en la que absolutamente nadie tiene sus dias asegurados ni sus mañanas marcados con una palomita de asistencia.

Las razones (presumibles) de cada uno de los casos son tan distintas como ordinarias.
Distintas por tratarse de un más que obvio suicidio, caso del meta alemán y de un paro cardíaco, caso del ariete mexicano.
Casuales por ser un número mas en la larga estadística negra que ambas causas quitan la vida a un gran número de personas año con año.
Y es por ese motivo por lo que nos parece tan cotidiano aunque no deja de ser impactante.
El hecho de que sus nombres formen parte de una lista de personajes "públicos" merece los reflectores que los medios les brindan a más de una semana de acontecido el hecho (Enke) o a escasos días de haber sucedido (de Nigris).
Pero, por el otro lado la salida fácil: la vida continua y éste parentesis de reflexión tiene un proceso natural de erosión, que lastimosamente en ocasiones llega mas pronto de lo esperado.
Ir al fondo y descubrir los causantes de cada caso se antojaria fuera el camino a seguir, evitando que se repitan más casos como estos en el futuro, lo cual a titulo personal consideraria una catástrofe fuera de control que nada bien le viene al mundo del deporte ni a ningun otro mundo.

A lo que pretendo llegar con esta reflexión no es a lamentar tortuosamente la partida de ambos jugadores, (lo cual no quiere decir que no se merezcan el tiempo de duelo y resignacion que nos merecen los familiares y amigos cercanos) ni a señalar a los posibles culpables que cada caso esconde en sus faldas, sino simplemente pretendo llegar a lo subrayado, una reflexión que se desate al interior de cada uno de nosotros que nos sentimos parte de este hermoso juego al cual le dedicamos considerables horas de nuestro tiempo para intentar descifrar, un juego que por más que algunos se empeñen en ensuciar, en corromper o en desprestigiar, fue concebido, es y seguirá siendo en todo momento una metáfora de la vida.

El balón tiene que seguir rodando, en la memoria de todos aquellos que alguna vez dieron su vida por él.

Descansen en Paz.




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