viernes, 24 de julio de 2009

Cuando todo vale

Que se puede hablar del encuentro semifinal que disputaron anoche mexicanos y costarricenses en Chicago por la Copa Oro. Podemos decir, como dirían ciertos personajes de cierta televisora, que fue “otra historia de terror”, o pensar en el partido como una demostración de todo lo que no se tiene que hacer en un campo de futbol, o mordernos las manos y arrancarnos el cabello preocupados de no encontrar la llave del juego efectivo, espectacular y avasallador que todos queremos ver en la selección, o creer que por haber sido en penales el triunfo vale menos.


Pero también podemos pensar que haber ganado, representa para el grupo un baño de confianza ante el mar de dudas, o que por pésimos que parecieron en su momento, los cambios funcionaron, o que en los penales, instancia que también define finales de Champions y Copas del mundo, por fin cambió la historia, en los pies de los jóvenes que nos representarán el día de mañana.

Aunque es verdad, hay cosas que resultan obvias y en lo personal encuentro altamente preocupantes.

No pueden ocultarse la falta de contundencia de los delanteros, ni la mala toma de decisiones de los mediocampistas y extremos, que es una costumbre, ni el nerviosismo desbordante cada vez que la pelota pasaba por los pies de la defensa mexicana, ni la poca claridad y precisión con que se toco el balón por el “breve” espacio de 120 minutos, pero vaya, tampoco se puede decir que se jugó con un cuchillo entre los dientes. Y esto, a mi manera de entenderlo tiene un porque.
El Costa Rica que se vio ayer por la noche, salvo el aluvión de los primeros 20 minutos, no fue mejor que el Panamá de hace un par de semanas.
Mucho toque de primera intención, solvencia y orden defensivos y una buena estrategia de presión a la defensa mexicana fueron los mejores argumentos de un equipo que hecho de menos la chispa de genialidad que le puede dar Walter Centeno, su mejor jugador, ausente de la copa por lesión.
Y no es algo que se exponga con intención de demeritar esfuerzos de parte de los ticos, pero caer en el pesimismo de decir que México no se había comido 1 ó 2 goles más en el tiempo regular es vivir en el engaño, y la ceguera mental.

Hay que recordar, para variar un poco, que Costa Rica líder del hexagonal, con éste equipo, en su noventa por ciento el mismo, derrotó 3-1 a Estados Unidos en San José en junio pasado, que enfrentó ya a México en marzo en el Azteca y se comió dos goles cuando pudieron haber sido cuatro y que será, el 5 de septiembre la visita más difícil que le resta a la selección en el hexagonal.
Y pregunto, si hemos demostrado que es posible ganarle con un equipo alternativo en terreno neutral ¿no deberíamos estar convencidos que con equipo completo se puede repetir la dosis en próximas fechas?, ¿o acaso son pensamientos e ideas de otro planeta?

El partido que tampoco debe ser recordado como una victoria monumental, sirve para darle razón a la lógica con la que esta diseñada este torneo, la cual busca enfrentar a toda costa a mexicanos y estadounidenses en la final y además debe ser otra muestra clara de lo mucho que hace falta por hacer en nuestro futbol.
El cuento de la varita mágica que llega y con un deseo cambia la realidad de pesadilla que se está viviendo, es algo diseñado solamente para los niños, o algún ciego creyente religioso, por lo que el futbol no está en esa categoría, más, cuando cada una de las partes que lo conforman parecen estar confrontadas.

Llámenlo conformismo o lo que sea, pero despertar por la mañana y hablar de un triunfo de la selección, por sufrido que éste sea, en lugar de una derrota no veo como puede ser algo tan malo, cuando cada paso hacia adelante, aunque pequeño es bienvenido.



Bernardo Herrera
(imágenes mlsnet.com)

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