viernes, 10 de julio de 2009

La parte amarga del Futbol



La que se vivió la noche de ayer jueves en Houston, Texas, lugar donde México disputó su segundo partido de Copa Oro ante el representativo de Panamá.

Lo acontecido, a lo que sobra dar una breve repasada, será desde ahora parte de nuestra historia, a la que hoy más que nunca no podemos ser indiferentes, pues a juicio personal este tipo de demostraciones son un reflejo de la decadencia en la que el deporte más querido ha llegado a convertirse.
Actuaciones así son un una confusión total a lo que el futbol en esencia representa pues la competitividad, que se despierta por obvias razones, no debe llegar a tener tintes ridículos de protagonismo y rebeldía.

Mal Javier Aguirre, llamado a ser el líder del equipo. Habría que recordarle que el ya no juega.
El panameño Phillips, recién ingresado de cambio 5 minutos antes y que por lucido y mal portado logró que se perdieran 10 minutos, no se queda atrás
Sin criterio ni autoridad el arbitro salvadoreño del que ni siquiera recuerdo el nombre.
Pésimos los inspectores de Concacaf en cancha (que más bien parecían robots que le seguían ordenes a un ordenador) que no decretaron el término del partido.
Reprobable la conducta de los presentes aficionados mexicanos.
Dramáticas las actitudes seguidas por ciertos jugadores
Frustrante la falta de civismo

Pero finalmente de que se trata esto, ¿de buscar culpables?, ¿de enjuiciarlos?, ¿de señalarlos?
No.
Se trata de querer cambiar.

Las cosas son muy claras, la realidad actual del equipo tiene una estrecha relación con la manera en que llevamos día a día nuestras actividades nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes.
No se ustedes, pero yo, no me trago el cuento de los anunciantes que hacen gala de su tremenda imaginación en las pantallas de televisión exponiendo que los mexicanos hacemos todo con amor, cariño, respeto y entrega.
Ó díganme si cuando vemos el éxito en patio ajeno ¿no despiertan en nosotros demonios internos como la envidia y el enojo? Ó como ante un fracaso, sea cual sea, ¿buscamos de facto encontrar a aquellos culpables que nos hicieron tropezar y no salir avantes? Ó que les parece cuando somos testigos de un acto de poco civismo en las calles de nuestras ciudades que altera el orden de las cosas, ¿somos los primeros en reprobarlo pero los siguientes en duplicarlo? (Llámese pasar un semáforo en luz roja, invadir espacios prohibidos para estacionar, obstruir rampas para personas con discapacidad física, agredir verbal y con gestos a aquel que se nos atraviese en el camino).

En fin, siempre alguien más tiene la culpa.

Pocos minutos después de terminado el suplicio de partido, en un noticiero, presentaron una nota roja que describía un ataque a mano armada hacia un jugador amateur en la ciudad de México, en la colonia Lindavista. Su pecado: haber sido parte del equipo que gano un torneo de futbol 7. Su estado: grave
La enfermedad se propaga a cualquier escenario de futbol.

Pero bueno, como mencione líneas atrás.
Lo acontecido pasará a formar parte de nuestra historia, que no olvida, que siempre estará ahí para que alguien la repase y la interpreté, que nos define, que nos encasilla.

Y por ultimo, una vez más, me quedó con otra pregunta
¿Y el partido?



Bernardo Herrera
(imágenes: todosports.com)

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