lunes, 27 de julio de 2009

No hay que perder el piso...


Por José María Garrido


Hay que reconocer, al pan, pan; y al vino, vino. El cuador mexicano calló muchas bocas, entre ellas la mía.

El equipo mexicano -dirigido por Javier Aguirre, el técnico merece también el reconocimiento colectivo- logró obtener la Copa Oro con todos los merecimientos: la ganó a pulso, fue muy superior a su rival en la final y como los equipos grandes, vino de menos a más, consolidándose, nuevamente, y muy a pesar de alguno, como el gigante del área.

Y la boca se nos llena de reconocimientos: que si Giovanni ya obtuvo su maestría, que si Vela fue el que todo México espera, que si Torrado es el capitán que la Selección necesita, que si Ochoa, etcétera...

En este momento, todo es bueno con el Tri, argumentos tiene para sustentar que es el grande, el monarca y único grande del área, pues hasta Blatter lo reconoció, pero...

No olvidemos que México, hasta el segundo tiempo ante Estados Unidos, seguía generando dudas, con Costa Rica definió en penales, siendo que jugaba de local en el país del norte, que ante Nicaragua y Panamá no fue ni la sombra del segundo tiempo de ayer.

Es importante que la gente no se la crea del todo...sí, hay que festejar. Los cinco goles y la humillación a los "gringos" bien valió la pena para ir a la Minerva, pero hasta ahí.

No olvidemos que el 12 de agosto es el partido de verdad. Que no se pierda el sentido, la realidad de nuestro futbol, y ¡por favor!, que los futbolistas no se la crean.
¿A qué me refiero?, que México ganó un torneo que es obligatorio obtener, se tiene que ganar per se, solo para reiterar ante Estados Unidos, Centroamérica y las islitas, quién es el que manda en la CONCACAF.
Ahora que los "europeos" confirmen lo hecho en la final, y que la afición no se la crea, pues lo bueno está por venir, o es la idea.
Así que pies en la tierra, que, fríamente, "no se ha ganado nada".

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