sábado, 14 de marzo de 2009

3000 ANÉCDOTAS: Eduardo Martínez Delgadillo

Por la culpa del Boletín (¿?)

De Eduardo Martínez Delgadillo

Hace ya casi 6 años que me pasó esta anécdota, y puedo decir que todavía conservo la incertidumbre de si en esta historia el Boletín Marcador me hizo bien o me hizo mal; pero después de pensarlo varias veces, y tras la recomendación de un par de compañeros de la facultad, les voy a contar lo que me sucedió en el clásico tapatío del clausura 2003.

Ahora, seguro que más de alguno ya se olvidó de que el Guadalajara siempre había acostumbrado jugar los domingos al mediodía (un horario tan desagradable que hoy se agradece que no haya fútbol a esas horas en Jalisco). Pues bien, ese clásico del 2003 fue el último en jugarse un domingo a las 12.

Como Atlas no era local esa tarde, un par de amigos y yo nos reunimos desde muy temprano para aproximarnos a la cara sur del Estadio Jalisco, donde estaríamos con toda la parcialidad del cuadro rojinegro.

Era obvio que ya teníamos nuestras entradas anticipadas –con lo que cuesta pelear esos boletos, y más si somos visita –, y llegados a una zona segura, sin complicaciones; nos dispusimos a beber lo que había qué beber.

Uno sabe que en esos días, con tanta gente, la entrega de publicidades y papeles es al por mayor; así fue justo como el Boletín Marcador llegó a mis manos; y claro, ahí uno analiza los virtuales parados de los cuadros, revisa alguna nota curiosa, alguna minucia. Siempre es bueno.

El problema con el Boletín Marcador, fue que minutos antes de las 12 del día, cuando estábamos por llegar a la fila de entrada del inmueble, una vez con mi boleto en mano, y con mi Boletín también juntito del boleto de ingreso; me dispuse a ser revisado por los empleados de seguridad del estadio. El tema fue que cuando termina mi revisión me doy cuenta que en mi mano derecha estaba el Boletín Marcador, y mi boleto no…Vaya uno a saber si fue por culpa del Boletín Marcador que no advertí al instante que algo me faltaba; o si por el contrario gracias al Boletín Marcador supe que no tenía todas mis cosas conmigo. Esa duda me la quedo yo.

Había qué ver la cantidad de papelitos picados que abundaban sobre el piso de la puerta 3; era algo que no se podía creer, estaba a 100 metros de la cancha, con todo preparado; y me lo iba a perder todo; era mi culpa.

Como loco intenté buscar en el suelo, entre la gente que pasaba, los pies que pisaban los papelitos, y nada. En ese momento mis amigos me voltearon a ver con cara de “¿Y nosotros qué quieres que hagamos Cab…?”, ellos tenían esa desesperación lógica y esa pena ajena de cuando alguien más se equivoca y encima nada se puede hacer…

No obstante, y para mi fortuna, el mismo empleado que me revisó fue quien había recogido mi boleto del suelo, él se percató de todo, y me vio más que nervioso y preocupado. Yo creo que eso fue lo que más lo motivó para ayudarme. Y sin afán de juzgarlo ni de hacer conjeturas, simplemente lo vi cómo después de hablar con uno de sus colegas se dirigió a mí y me devolvió mi ticket.

Era una sensación de alivio enorme, incomparable, inolvidable. Una expiación.

Después, toda la pena y todo el remordimiento que me quedaba fue borrado por los tres tantos conseguidos por Gerardo “El Tato” Torres, Mario Méndez y el Chato Rodríguez. Atlas ganó 3 goles a 1, y la parcialidad de Atlas fue una locura; a la salida festejamos como nunca, todos juntos en ese establecimiento que tenía la Barra 51 a sólo una cuadra del Estadio Jalisco, que se llamaba “La Murga”. Fue una fiesta de La Fiel, pero sin amenazas, sin piedras, sin lesionados, sin nada qué lamentar y con todo qué sonreír.

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